"Muchas veces los padres confundimos el camino. Y en pos de la felicidad de nuestros hijos extendemos jornadas laborales para poder ganar más. Ampliamos actividades escolares para que los niños aprendan más, compramos juguetes, muchos juguetes. Permitimos extensas horas de video juegos o de televisión. Cedemos ante la comida chatarra o ante las tentadoras golosinas que a diario seducen a nuestros hijos. Organizamos cumpleaños cada vez más estresantes para nosotros, los padres, y para los niños también; llenos de personajes, globos, comida y música y en un espacio reducido de tiempo. Sin embargo, lo importante, sigue estando allí, latente. Y los niños saben pedirlo: besos y abrazos constantes, juegos en familia, palabras de amor al oído, canciones y cuentos inventados, rayuelas de tiza en la vereda, cenas en familia y siestas compartidas, juegos de pelota y de muñecas, risas y carcajadas, disfraces improvisados, dedos con temperas, levantar piedras en el parque, saltar en montañas de hojas secas.
Todo esto, que parece tan simple y ordinario, es lo que los niños necesitan, y nosotros también, solo hay que saber escucharlos y escucharnos"
Lic. Paula Napolitano
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